En la tercera etapa se acabaron las llanuras, es más, hubo que superar los Appennini lo que supuso rodar durante unos 40 kilómetros en terreno ascendente casi sin descanso. Etapa que además de dura fue larga lo que la convirtió en la etapa Reina.
La cuarta jornada, en cambio, era relativamente corta y sencilla, con el atractivo de visitar la torre de Pisa y sobre todo de acabar la etapa en el Tirreno cumpliendo así dos de nuestros objetivos: acabar una etapa en el mar y cruzar Italia de Este a Oeste.
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